En las recientes negociaciones climáticas de la COP29, ha quedado claro que la cooperación internacional para abordar el cambio climático se está viendo afectada por tensiones y desacuerdos entre las naciones. A pesar de la imperante necesidad de acción coordinada, los resultados de la cumbre muestran señales de fragmentación en los esfuerzos conjuntos.
Principales desacuerdos
Uno de los principales problemas que surgieron en la COP29 es la creciente división entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Los países en desarrollo insisten en que las naciones ricas deben asumir una mayor responsabilidad y proporcionar más apoyo financiero para ayudarlos a enfrentar los impactos del cambio climático. Sin embargo, las naciones desarrolladas tienen sus propios desafíos económicos internos y no están dispuestas a aumentar significativamente su financiación climática.
Este conflicto fue evidente en las discusiones sobre los fondos de adaptación, donde las demandas de aumentar las contribuciones chocaron con las limitaciones presupuestarias de muchos países desarrollados. Un delegado resumió la frustración de los países en desarrollo con la declaración:
«Estamos comprometidos con la lucha contra el calentamiento global, pero